En aquellos tiempos, yo formaba parte de un grupo de blogueros muy implicados en generar presencia cristiana en las redes. Presencia cristiana, que no tenía razón de ser directamente religiosa. El movimiento bloguero católico entendía que en cualquier tema era posible lanzar la semilla del evangelio. Éramos un grupo de blogueros estaba compuesto por cientos de blogueros de habla hispana, procedentes de una muchos países. En nuestros blogs tratábamos temas religiosos y también otros temas, como cocina, manualidades, relatos costumbristas, historia, arte, etc. Una de las líneas fundamentales que nos unía era defender a la Iglesia Católica y al Papa, de los ataques que la prensa constantemente desarrollaba. Internamente, fuese cual fuese el movimiento, sensibilidad o tendencia eclesial, nos sentíamos unidos y muy motivados. Éramos parte de una gran orquesta en la que cada uno de nosotros interpretaba la misma obra con su instrumento musical y habilidades personales. Vivimos bastante tiempo esta unidad sinfónica que nos marcó en muchos sentidos. Desgraciadamente la unidad se resquebrajó. Los blogueros fueron desapareciendo y los que iban quedando ya no entendían la unidad sinfónica que nos había unido hasta ese momento. Fue el momento en que los ataques empezaron a producirse desde dentro y hacia dentro de la propia Iglesia. Se empezó a utilizar las formas, costumbres, apariencias y al propio Papa, para enfrentarnos. Esto también sucedió dentro del grupo de blogueros que habíamos formado, lo que nos llevó, por desgracia, a separarnos de forma traumática. Ya no hablábamos el mismo lenguaje. Fuimos un ejemplo real y actualizado, de la Torre de Babel. El grupo de blogueros quedó sin capacidad de generar nuevas iniciativas. La desgana, desencanto y dolor, hicieron imposible seguir adelante con el proyecto inicial.
Volvamos a la historia de "E-vangelizadores en las redes". Era la primavera del año 2014. tras observar cómo había cambiado el contexto eclesial, empecé a darme cuenta de la necesidad de potenciar dos elementos dentro del grupo de blogueros: la unidad eclesial y la evangelización. Lo primero que vi claro es que nuestra iniciativa debía tomar un sentido positivo y reducir el ánimo de "ataque/defensa" entre los propios católicos. No veía adecuado atrincherarnos internamente y dedicarnos a generar partidos y frentes donde disputar. El segundo elemento parte de una pregunta: ¿Por qué no proponer un identificador que nos ayudase a dar este giro positivo? ¿Por qué no hablar de "E-vangelizadores en las redes". Separando la vocal "E", se daba un sentido más computacional a nuestra labor evangelizadora. Indudablemente, los blogs seguirían siendo elementos imprescindibles, pero se unirían otras herramientas sociales que ayudaran a acercarnos unos a otros. Sobre todo, tomar conciencia de que las disputas no nos llevarían lejos.
Expresé mi propuesta a un sacerdote amigo, mientras paseábamos por la plaza Largo Argentina de Roma. Estábamos participado en IX Seminario Profesional para las Oficinas de Comunicación de la Iglesia, organizado por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Nos habíamos empapado de discursos de personajes de gran importancia y relevancia eclesial. El seminario consiguió reunir a más de 200 personas, de todo el mundo. Personas interesadas por comunicar a Cristo a través de la Iglesia y por los medios digitales que en ese momento parecían una panacea. Los ponentes principales fueron del nivel de Joaquín Navarro Valls, el Card. Timothy Dolan de Nueva York o el Card. Philippe Barbarin de Lyon. Como comenté en su día en un artículo en catholic.net:
El primer plato fuerte que degustamos fue una ponencia del Cardenal Dolan, cuyo título deja claro el contenido que desarrolló: "Necesitamos laicos competentes que representen a la Iglesia". El Card. Dolan con su característico sentido del humor reseñó que: necesitamos " un verdadero sentido de la profesionalidad en todo lo que hacemos" . La "forma de decir algo es tan importante como lo que decimos". Sin lugar a dudas, "no debemos tener nunca miedo de decir la verdad ", incluso en situaciones desagradables para la institución, porque "la gente quiere y espera la transparencia de la Iglesia". "La gente tiene hambre de sentido para su vida".
Concuerdo con lo que expresó el Card. Dolan: laicos al cargo de la comunicación eclesial. Laicos que no tuviéramos miedo de decir la verdad, aunque sea dura y desagradable. Laicos que trabajáramos dentro y fuera de las estructuras eclesiales. Sin duda, no sólo iba a ser necesario poner a valientes y profesionales laicos al cargo de la comunicación institucional. También era imprescindible que los laicos estuviéramos presentes en las redes y que nuestra presencia fuese sinérgica para apoyar a la Iglesia y desarrollar estrategias de e-vangelización.
Ya en esa primavera, el grupo de blogueros presentaba problemas: personas que nos dejaban, enfrentamientos internos, desaliento y una terrible sensación de falta de apoyo eclesial. La Iglesia institucional había cambiado. Ya no parecía interesada en darnos un papel en la gran obra de su presencia en el mundo. Más bien, se desconfiaba de los blogueros porque tenemos capacidad de señalar lo bueno y lo no tan bueno, que la Iglesia del momento estaba construyendo. La comunicación vaticana estaba reestructurándose a gran velocidad y los blogueros no estábamos dentro de los planes. Algunos blogueros habían sido muy críticos con los cambios que se estaban dando, generando esa desconfianza que tanto nos hace daño dentro de la Iglesia. Habían pasado tres años desde el "Vatican Blogger Meeting" (2011), donde el Padre Federico Lombardi llegó a decir que los blogueros éramos "la opinión pública de la Iglesia". Monseñor Claudio Maria Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, se sorprendía del “lenguaje agresivo” de algunos blogueros y proponía que consideráramos comunicar de forma más inteligente. Sin duda, la agresividad ha sido una de las causas que han conducido a las redes sociales a convertirse en espacios donde se busca el éxito mediático por encima de la veracidad de lo que comenta. La figura del "influencer" ha creado bandas enfrentadas y en continua guerra de desgaste. Como es lógico, estos influencers terminan por desaparecer de las redes cuando están carbonizados de tantas luchas y enfrentamientos.
Aparte de las discrepancias internas del grupo de blogueros, hubo otro cambio trascendente: las redes sociales empezaron a cerrar los canales de intercomunicación automática. Se cerraron los canales RSS internos, haciendo muy complicado diseñar herramientas que permitieran entrelazar los blogs, cuentas en redes sociales y otras herramientas de comunicación electrónica. Al menos, tuve la gracia de hacerme con un dominio, que es justamente en el que está usted leyendo esta breve historia. www.e-vangelio.org .
Actualmente es casi imposible encontrar a personas dispuestas colaborar de forma gratuita, desinteresada y sin búsqueda de éxito personal, para un proyecto de evangelización en las redes. Ya lo hemos intentado, pero la desconfianza o los intereses personales, crean graves problemas. Las razones de que haya tan pocas personas dispuestas, son muchas y no voy a entrar en ellas. Sería ahondar en el dolor que nos ha separado. Entonces ¿Qué hacer? ¿Tirar la toalla o seguir adelante?
Decidí seguir adelante, pero sin prisas. No es necesario correr. Dejando pasar tiempo, también es posible ver si existe un verdadero compromiso de colaboración. Vivimos tiempos muy complicados en los que la sociedad está en continua tormenta y marejada. La Iglesia ya no mira las propuestas innovadoras como oportunidades, sino como fuentes de problemas que hay aminorar en lo posible. Sólo hace falta que vean cómo ha cambiado la estructura comunicativa del mismo estado Vaticano y los problemas a los que se enfrenta la voz eclesial en el día a día.
Estamos en el año 2022 (ya 2023). Once años después del Vatican Blogger Meeting y ocho años desde el IX Seminario Profesional para las Oficinas de Comunicación de la Iglesia. La inmensa mayoría de las iniciativas que los laicos pusimos en pie hace diez años han desaparecido. Algunas han mutado, perdiendo mucho de lo que habían conseguido. Las pocas iniciativas e-vangelizadoras que siguen adelante se realizan gracias al compromiso personal e independiente, de quienes las sostienen. ¿Qué hacer? Creo que tenemos que seguir adelante sin mirar atrás, porque nos puede pasar como a la esposa de Lot. Tenemos que tener claro que tenemos que aspirar a ser las más humildes herramientas de Cristo. Ojalá en el futuro se pueda volver edificar algo comunitario que desborde ilusión y esperanza.
Mientras tanto oremos y cultivemos la humildad, templanza y constancia. Estamos aquí para hacer la Voluntad de Cristo. Nada más.